16 de mayo de 2020

RELATOS PIRENAICOS. Alta Ruta Vasca. De Egurdi a Organbide. Por donde el Pirineo emite energía sobrenatural


 

ETAPA 7. Egurgi-Organbide

  
Por donde el Pirineo emite energía sobrenatural

Al alba, tras un té caliente, me despido con buenos deseos para el camino de mis compañeros de noche. Ellos caminan hacia el mar de Hondarribia, yo en sentido inverso; todos cruzando rutas y experiencias.
Partir siempre es difícil, más si un río cantarín ha arrullado tu sueño y los pájaros entonado tu despertar. Así, con la suma de las esquilas de las cornudas ovejas manexas que pastan en Irati, se levanta el caminante en Egurgi. Y como acostumbra a hacerlo temprano el rocío acaricia necesariamente sus pies mientras cruza la regata de Egurgi. A sabiendas de que Okabe es un primer objetivo, y no por conocido menos atractivo, me lanzo cuesta arriba entre bordas pastoriles en busca de un camino desconocido para mis pies. Los pastores de Egurgi se levantaron ya hace tiempo, también sus perros, no digamos sus rebaños que ya pastan entre los hayedos para cuando llego a su altura. Prado y bosque, bosque y prado me llevan después de haber repostado agua fresquísima en las fuentes de Kontratxaro. Es una bendición topar con estos manantiales en los lugares más insospechados, al pie de una ladera o en el rincón escondido de un bosque. No puedo evitar tomar un hamaiketako de frutos secos, me lo pide el estómago y la fuente.
Urkulu está aquí también, sin monumento romano esta vez, en forma de promontorio redondeado y herboso pero azotado por un viento de mil demonios esta mañana, tanto que agradezco poder caminar al abrigo en la vertiente norte y evito tomar la cresta. Hay un balizaje por este paso pero es tan imperceptible que más me vale prestar atención. Por el contrario es delicioso el avance por la escarpadísima pendiente que se descuelga desde Urkulu a los barrancos de Artxilondo. No puede ser más salvaje el espacio que lleva este camino  hacia el collado de Kurutxe donde me abraza de nuevo el hayedo, solitario, abrupto, mágico. Es casi llano el tránsito hasta el collado de Oraate, lo que agradezco; menos que encontrar la carretera pastoril que lo alcanza desde el chalet Pedro y que resta encanto a esta pradera herbosa.
Estoy deseando desembocar en los rasos que ocupan los cromlechs de la necrópolis de Okabe; para mí este lugar está lleno de encanto y misterio al mismo tiempo, permite intuir, casi sentir, el pasado de los más antiguos habitantes de la tierra vasca. No soy el único; hoy hay concurrencia entre los círculos de piedras: caminantes, viajeros, montañeros… de todo. Incluso algún iluminado a la búsqueda de las energías del Pirineo. No puedo evitar preguntar a quien veo primero tumbado en el centro de un cromlech, luego sosteniendo un péndulo en equilibrio.
-      ¿Qué es lo que buscas?
-      La energía, y sí que hay.
Me responde en correcto francés al tiempo que me muestra un libro que se titula algo así como “Energie des hautes lieux en France”.
Acaso sea esa la respuesta a la instalación de los monumentos funerarios, acaso el emplazamiento estratégico mirando al Orhi que desde aquí domina un horizonte inmenso. Con esa contemplación es una maravilla caminar cuesta abajo en busca de un camino nuevo para esta alta ruta. Porque aunque otras guías proponen seguir el GR10 esta tiene mayor encanto. Crestear Mendibel es mucho más hermoso. Y por allí va este camino.
Una tortuosa pista permite bajar cómodamente al collado de Surzai, hábitat pastoril de excepción que es paso obligado hacia las pendientes de un Saroiberri tan apartado como simpático, tránsito fácil hacia el collado de Burdinkurutxeta. Allí es normal encontrarse a los turistas mirando los panoramas de Irati y, claro, también miran sorprendidos al caminante que sin dudarlo se lanza por el sendero que remonta atrevido hacia Mendibeltza que también llaman Mendibel.
Entre ovejas y hierbas altas que el viento mece y acaricia, despistando la mirada a ratos en los peñascos de conglomerados que sobresalen como champiñones gigantes, avanzo por el camino hasta Mendibel. Al costado el barranco estremece, más si se mira desde las figuras extrañas que la erosión ha tallado en las rocas de la cima. La larga cresta que se estira hasta Eskaleta es un mirador aéreo sobre Irati y todo el Pirineo y pese a los sube y baja de la ruta casi ni me entero de tanto gozar viendo horizontes. Xardeka y Arthanolatze preceden en esta sucesión a Eskaleak. Y luego ya es bajar, al encuentro del bosque magnífico, de las hayas que dibujan sombras de bruja, al abrigo de la humanidad que proporciona el refugio y la vecindad de Organbide.
Hoy toca ducha y supermercado, la última oportunidad hasta Lescun y hay que aprovisionar bien porque llega lo más duro. La despensa tampoco es muy generosa: pan, lo justo, alguna lata, galletas, embutidos… no hay más pero uno se puede regalar una cena servida como homenaje a lo que le espera. Yo no me resisto.










2 comentarios:

  1. ¡He disfrutado el texto y "viajado" con las fotos!
    Eskerrik asko, Santi!

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  2. Buen viaje, entonces.
    Y sigamos viajando sin gastar (demasiados) combustibles fósiles...

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