3 de marzo de 2013

Publicando, de fiesta y de costa


Los puertos pesqueros tienen un pulso singular. Descansan acunando sus embarcaciones en los inviernos y tiempos duros dejando a los marineros apenas mirar al horizonte; luego se vacían cada día viendo partir a sus habitantes flotantes que regresan al poco llenando de vida y ajetreo los muelles. También se quedan desiertos cuando las campañas obligan a largas permanencias tras la pesca, en los mares del Gran Sol, acaso en el Atlántico, dejando siempre un halo de incertidumbre tras las cortinas.
Ese pulso es la fuerza de los puertos, el ir y venir que les da la vida y los pinta de colores diferentes. Ese pulso es el que nos invita a soltar amarras en este viaje también singular.

No es casual que la ballena esté en los escudos de la mayoría de los pueblos costeros vascos: Bermeo, Elantxobe, Lekeitio, Ondarroa, Mutriku, Hendaia… Está porque desde antiguo los pescadores vascos sacaron de su alma el espíritu viajero y las persiguieron al paso ante las costas del Golfo de Vizcaya tanto como en los lejanos mares del norte. Ballenas y traineras están casi siempre juntas en esas imágenes de piedra pero la realidad habla mucho más de pescados no tan épicos, de peces más pequeños que siempre se buscaron partiendo de los puertos vascos para dar sustento a una importante población y siguen marcando aún el pulso de familias enteras.

BERMEO

Son los primeros párrafos del reportaje sobre los puertos vascos que la revista Euskal Herria ha publicado en su último número. Con fotos que recorren el litoral vasco, de puerto en puerto, intentando descubrir su alma. La edición es austera y fundamental y bastantes fotografías en pequeño tamaño enseñan el trabajo de un modo poco espectacular.





Hacemos parecido llevando al francés algunos rostros del carnaval tolosarra. En un medio nuevo, en una revista recién nacida que se aventura en el difícil mercado del papel impreso.
¿Vendran mejores tiempos?





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