¡Qué maravilla el agua! ¡Qué bellos son los ríos!
¡Qué hermosura verlos nacer!
Qué momentos interesantes entregan cuando se
alcanzan sus fuentes, cuando allí se les escucha la caricia de la tierra y de
la vida, limpios y transparentes, sin más experiencia que la de un recorrido
subterráneo que casi siempre tenemos como desconocido.
Porque hay algo de
misterio en cada una de las fuentes fluviales que mana al pie de nuestras
montañas. No hay dos iguales; unas escupen sus aguas violentamente, otras las
dejan deslizar con amabilidad y dulzura entre praderas floridas o escurriéndose
mansamente entre rocas y peñascos,
algunas incluso obligan a sus gotas reunidas a despeñarse en abismos y
cañones insondables y también hay manantiales que se esconden en las mismas
entrañas de la tierra.
Marchar en busca de las
fuentes plantea a veces como primer reto saber cuál es el agua primicia de un
río, discernir sobre la verdad del nacedero oficial o proponer alternativas y
en otras ocasiones, a sabiendas de que nuestro destino es secundario, seguir
caminando en su busca porque nos apetece ver más allá de lo que conocemos.
He jugado con buenas
compañías constantemente a esta diversión en el proyecto de búsqueda de
nuestros nacederos. Y en este juego hemos encontrado historias singulares que
nos cuentan muchas cosas de nuestros ríos. Hemos descubierto debates y litigios
sobre las fuentes verdaderas que determinan la propiedad de las aguas,
discusiones eternas sobre ríos principales y afluentes, sobre quién debe llevar
el nombre al llegar al mar y también que muchos de los ríos que conocemos
tienen nombres que ignoramos cuando aún son unos recién nacidos.
Sí, hay ríos largos y
cortos, caudalosos y exiguos pero pocas veces hay una relación entre aquello y
su fuente. Y por eso nuestra indagación ha escudriñado toda la geografía vasca
para detenerse en aquellos lugares que ofrecieran rincones de descubrimiento al
viajero que gusta de naturaleza, paisajes y alma de país.
En esto lo mejor, como casi siempre, no es el resultado,
es el camino andado. Para quien desee aproximarse a esta experiencia este
trabajo recién nacido solo es una buena excusa para iniciar el sendero. A los
nacederos de Euskal Herria.
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