23 de enero de 2014

Pastores y trashumancias



Hay dos sujetos fotográficos a los que no me puedo resistir cuando se
tropiezan con mi mirada: las nieblas y los rebaños.
Las nieblas fabrican una constante de imágenes en evolución, diferentes a
cada instante repletas de magia y matices, embrujadoras, llenas de
proposiciones y sugerencias. Todo en ellas un universo de “studium”
barthesiano.
Los ganados también crean sus propios dibujos, sus manchas de luz, sus
propias líneas; vivifican el mundo vegetal y con sus tránsitos y viajes hacen
que los paisajes sean más eso mismo en animado. Hay un interés añadido
porque los rebaños tienen un alma que también nos llena la imaginación de
mitos: su pastor. Rebaños y pastores han sido y serán interesantes sujetos
fotográficos pero más aún si trazan un largo viaje de trashumancia. Parece
como si en ellas estuviesen la mayoría de las connotaciones, duras y
hermosas al tiempo, de todas las migraciones.
La gran trashumancia del Pirineo a las Bardenas Reales me obligaba
siempre desde la pasión por las montañas y sus asuntos pero también
desde la perspectiva de fotógrafo amante de los rebaños. Caminé con ellos
siete días, sufrí calores, sed y fatiga, dormí al raso y comí calderete de
cordero sentado en las piedras. Y fotografié pastores, rebaños y montañas
pero sobre todo grabé en la memoria momentos humanamente hermosos.
Ahora llegan de nuevo al papel de Ibilka algunas de aquellas fotos que ya
viajaron por otros medios y mantienen siempre la vigencia de un testimonio
que probablemente en breve será historia antigua. Lo hacemos con gusto
en el propósito de hablar siempre de nuestro país, el de la tierra de los
vascos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario