1 de febrero de 2014

Paraíso blanco







Caía tan delicadamente que más parecían caricias aquellas figuras blancas, tan blancas como dicen que es la misma nieve. Lo pensé pero no eran mariposas. Y tampoco eran rayitas que pintaban pájaros invisibles. Podrían ser tal vez fantasmas enfundados en la piel del bosque pero supe que no. Como que no eran rostros petrificados.

Me detuve y esperé. Escuché en el silencio y oí por fin el susurro de los ángeles regando amor sobre las ramas, la hierba y también en las rocas.

Me dijeron con una pluma de viento que querían regalarme una pequeña colección de fantasías blancas a sabiendas de que serían un buen alimento para nutrir mis emociones.

 Y me quedé allí un buen rato, hasta que me atraparon las penumbras que anticipan la noche. Feliz de sentirme en un paraíso blanco.







 


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