Aunque el periodista Ander Izagirre nos avisaba de urgencia
hace dos días de la explosión primaveral por los campos de Navarra un ramalazo
de vientos del norte han traído de nuevo la desolación a las montañas en forma
de temporal. Tronaba, relucían rayos y relámpagos, granizaba y nevaba bajo el
aullido de un espantoso viento por las montañas que dibujan el horizonte del
Baztan.
Sin duda esa ha sido la causa, despertar primaveral y coletazo del
invierno, que ha llevado a un enorme oso a campear a sus anchas por las calles
de Elizondo. Pese a lograr ensogarlo nadie ha podido impedir que se colara en
el gran edificio de las escuelas y causara el pánico entre los niños.
El oso se
ha atrevido a entrar en el edificio, subir por las escaleras y entrar aula tras
aula en todos los recintos cerrados tras una puerta. No hace falta explicar los
gritos de terror que se han podido oír por los pasillos. No bastante
satisfecho, el peludo animal, con aspecto de fiera añosa, que todo hay que
decirlo, se ha colado en el campo
deportivo donde algunos menudos salían al recreo matutino. Carreras y rostros
de miedo se han mezclado con algunos intentos infructuosos de espantar a la
fiera a balonazos.
Ha sido por fin la música la que ha terminado por aplacar la
ira del bicho. “Sagardantza” y “Lantzeko zortzikoa”, como un bálsamo mágico,
han logrado que el oso de Elizondo terminara abrazando a niñas y niños.
Mientras tanto llovía en el valle pero por los bosques de
Artesiaga y praderas de Saioa la nieve se hacía dueña de los paisajes.
Son cosas que pasan por carnaval. En Baztan y en Navarra.
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