Han
pasado ya muchos años desde que me atreví a fotografiar en formato panorámico.
Con película, con pesadas cámaras de formatos especiales, conseguí poner en
manos de los editores dudas e inquietudes para resolver sus diseños y maquetas
con imágenes más parecidas al panavisión del cine que a los rectángulos
fotográficos. Y resolvieron sus angustias sacando provecho a aquella novedad
visual de manera sobresaliente: creando dobles páginas impresionantes,
fabricando un sello con apellido donde las panorámicas se integraban, como lo
hacen todavía, a la perfección. Hasta el punto de ser capaces de componer
reportajes de gran interés visual ilustrados íntegramente en formato
panorámico.
Ahora
es tiempo de drones, parece. Pero no es así, solo: es tiempo de herramientas
múltiples y los drones son una más de las muchas disponibles. Están de moda
pero no tienen más capacidad para resolver las necesidades visuales que las que
pueda aportar la mirada de quien los dirige, quien los pilota y quien enfoca
con sentido sus cámaras.
Pero, como herramienta visual, nos ayudan de forma absolutamente eficaz en esa capacidad que tienen tanto la fotografía como el audiovisual para contar historias. Ahora los drones son en mi equipaje otra herramienta insustituible, como las panorámicas que permiten obtener con un nuevo punto de vista; sí, las imágenes que aportan a mis reportajes apoyan de modo rotundo los relatos que cuento en ellos. Lo hacen hasta el punto de poder resolver, como acaba de suceder en Canal de Navarra, casi al completo, una buena historia con esa mirada aérea como único punto de vista.
Pero, como herramienta visual, nos ayudan de forma absolutamente eficaz en esa capacidad que tienen tanto la fotografía como el audiovisual para contar historias. Ahora los drones son en mi equipaje otra herramienta insustituible, como las panorámicas que permiten obtener con un nuevo punto de vista; sí, las imágenes que aportan a mis reportajes apoyan de modo rotundo los relatos que cuento en ellos. Lo hacen hasta el punto de poder resolver, como acaba de suceder en Canal de Navarra, casi al completo, una buena historia con esa mirada aérea como único punto de vista.
Los
drones no cuentan historias pero ayudan a hacerlo.
Très beau, Santi!
ResponderEliminarMerci, msieu Kepa
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