20 de marzo de 2016

Fotógrafo deportivo, periodista también


Calculo que ya pasan de treinta los viajes que he realizado a los Picos de Europa a cubrir como periodista y fotógrafo la veterana Travesía de Esquí Andrés de Régil. Primero fui como esquiador de montaña, luego como periodista especializado, ahora realizo el servicio de comunicación de la prueba. Dos jornadas intensas de mirar a las montañas y a los deportistas, a las máquinas de subir y bajar desniveles que son ahora los esquiadores.
Lo contaba y he contado hoy para que lo repartan los medios interesados. Algo así como lo que sigue.

Ni de encargo. Porque una jornada que se esperaba nublada y triste ha amanecido radiante para recibir en las nieves de los Picos de Europa a casi doscientos esquiadores de todas las edades con ganas de disputar la 41 Copa Andrés de Régil-Trofeo Kutxabank de esquí de montaña.
La noche descargó en los Picos y era nieve, una capita de harina sobre las hierbas, una liviana espuma blanca sobre el manto que en las cotas altas se había medido con 2,5 metros de espesor. El nevadón de este invierno tardío cumplió las expectativas que los lebaniegos conceden siempre a la “rabá de marzo” y es por eso que los Picos tenían, tienen todavía, nieve abundante y buena.
Así, con nieve buena, durita pero muy esquiable, arrancaban los inscritos en la Régil, unos pocos menos que otros años por estar la fecha en las puertas de la semana santa vacacional. La fila se ha estirado rápidamente en Lloroza pero se ha apretado subiendo la Sierruca, estirado de nuevo bajando a Áliva y encogido mientras subían a Covarrobres. Ellos lo han tenido que ver, aunque desde la cuneta de la traza uno piensa que a la velocidad a la que esquían y, resoplando bajo el esfuerzo, apenas podrán admirar el paisaje, pero ha estado radiante: algunas nubes manchaban la Peña Sagra, también vestían La Torre Blanca y La Padiorna, Remoña y más tarde la Peña Vieja. Pero lo hacían como si fuesen sedas acariciando el mundo de las rocas, jugando a esconder o desvelar a capricho la aguja de Covarrobres, hija de la Peña Vieja. En ese entorno esquiaban, marcando la primera huella los que han terminado primeros, seguidos por los segundos y perseguidos también por los terceros, detrás todos los ciento y pico.
Para alcanzar las puertas de Cabaña Verónica la cosa se había ya dilatado, las nubes venían a pisar los paisajes y la prueba se iba poniendo dura y más dura. Pero, increíblemente, no había pasado una hora desde las diez en punto de la salida cuando ya había esquiadores por Tesorero. Les ha quedado aún tema largo y un poco más difícil porque la niebla cerraba las cimas de Toreblanca y Padiorna para quienes iban más atrás. Por fin los Picos se cerraban a los panoramas pero han dejado esquiar a placer a los esquiadores más veloces y tanto o más a los tranquilos.









Una de cal, otra de arena; uno bueno, otro regular. Hoy ha tocado el regular cuando el cielo se ha echado encima de los Picos de Europa en forma de nubes impidiendo ver los paisajes que el amanecer descubría manchados de nieve recién caída. La segunda jornada de la Copa Andrés de Régil-Trofeo Kutxabank parece haber querido castigar a los esquiadores con un esfuerzo prolongado pero también entregándoles una montaña cubierta y esa característica luminosidad de la niebla que impide ver el relieve, de saber si delante de tus espátulas hay un hoyo o una prominencia.
Con ese ambiente han salido desde la estación superior de Fuente Dé el casi centenar de equipos que aún conservaban condiciones para plantar cara a las dificultades. En el fuerte repecho inicial hacia la Sierruca han dibujado un bello panorama, vigilado por una Peña Vieja discreta e inevitable. Bajar hacia Áliva no era difícil, y también conocido de la víspera, incluso el paso por un angosto corredor en el que ayer pudimos ver la cabeza de uno de los esquiadores del equipo de cabeza, valga la redundancia, tocando el suelo mientras sus tablas hacían un paralelo con el cielo.
La nieve no estaba plácida, entre la falta de visibilidad y la capita nueva que deslizaba bien pero con aspecto de nieve húmeda sobre un sustrato transformado. A la vista de sus soplidos en las cuestas se diría que los esquiadores han sufrido más que gozado en el recorrido breve del domingo. Y hasta en una segunda vuelta les han puesto una potente cuesta de ascensión obligada a pie, esquís a la espalda, para redescender de nuevo hacia la portilla de Covarrobres antes de marcharse directamente a la meta.

La entrada bajo ese arco triunfal que es el final ha repetido las mismas primeras imágenes de ayer, con los equipos unos, dos y tres entrando consecutivamente.





2 comentarios:

  1. Si Señor.
    Te queda bien hasta la Firma.
    Aupa Santi

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    1. Gracias Juanjo. Hago lo posible por hacerlo bien aunque no siempre puedo. Y tengo ayudas que me lo ponen más fácil, tú lo sabes.

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