Solo tres días más estarán colgadas, colgadas y a la vista,
las fotografías que todas las televisiones y cámaras que han visitado el
MendiFF han utilizado como fondo para sus entrevistas; uno no sabe si es por la
dimensión, acaso por el color o tal vez porque en el hall de la
Sala BBK es lo único que evoca de manera
evidente las montañas. Basta esto para creer que han sido bien vistas, también
que muchos visitantes se hayan atrevido a reproducirlas con sus móviles y que
algún fotógrafo las haya incluido en su repertorio con el pretexto de anteponer
tal o cual personaje, tal o cual acción.
El MendiFF es una escuela múltiple: creadora de impulsos y
deseos de aventura, escuela de fabricantes de imágenes en movimiento y lugar de
encuentro de los destinos que pasan por las montañas o concluyen en ellas.
Enseña también miradas interiores mientras sirve reflexiones
profundas sobre aquello que sucede y nos sucede lo mismo arriba que en el
camino.
Enseña también a disparar sin malicia, en forma de gestos fotográficos.
Por segundo año me ha tocado esa labor y responsabilidad, esta vez truncando el
concepto “nieve” por el de “viento” en la tarea propuesta que no impuesta a los
asistentes que miraron, buscaron e indagaron en su propia percepción en las
laderas de Axtxiki en el Parque Natural de Urkiola.
La fotografía de montaña tiene futuro por lo que hemos
percibido pero le queda un cambio importante si es capaz de escapar del modelo
puramente plástico puesto de moda en el que está atrapada y acierta a incluir
la vivencia, la experiencia y lo sentido en sus mensajes visuales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario