El 26 de enero de 2018,
invierno frío, también en el Himalaya, también en Kathmandu, nos ha dejado Miss
Hawley, la cronista y referente del himalayismo en varias décadas.
Tuve la oportunidad de
estar con ella, compartiendo oficio de cronista y sufriendo sus interrogatorios
al mismo tiempo. Fue durante la expedición Bizkaia Everest 97 cuyas crónicas y
fotografías llegaron a los medios por primera vez en la península enviadas mediante
un teléfono vía satélite.
Lo escrito y publicado en prensa y en la web de la expedición, cuando aún Internet estaba en pañales (https://www.sarenet.es/everest/Indice.html), tiene vigencia veinte años más tarde. La imagen, con el alpinista Juanrra Madariaga mirándole, mientras interroga a Wylly Bañales es todo un recuerdo. La fotografía se realizó con una de las primeras cámaras digitales de Canon, una powershot que capturaba en máxima calidad archivos de 250k.
La visita de Miss Hawlley
Ha llegado montando un viejo Volkswagen pato de los
años sesenta con matrícula roja nepalí y conducido por un lozano y joven
autóctono. El suyo es un cuerpo
espiritual enfundado en un fino vestido a rayas verticales y ceñido por un
cinturoncillo de la misma tela. Camina sobre unas chancletas estrechas y cubre
su cabeza con un pelo rubio cardado escasamente y con un toque de peluquería
barata. De palidez casi cadavérica, la expresión de su rostro es una
interrogación continua. Sobre la punta de su nariz apoya unas medias gafas que
utiliza para leer los interrogatorios.
Una llamada había anunciado de víspera su llegada y
acaba de cruzar el umbral de la puerta del hotel Ghauri Shankar de Kathmandu
preguntando por los miembros de la Expedición al Everest. Sin mediar muchas
palabras, suelta un good moorning,
pregunta por el jefe de expedición y, tras decir quién es, extiende una ficha a
cada uno de los alpinistas. Datos de identificación, profesión, puesto en la
expedición, patrocinadores, objetivos… todo lo quiere saber.
Es nada menos que Miss Elizabeth Hawlley, una vieja
conocida de todos los asiduos a las montañas del Himalaya. En su tarjeta de
presentación se identifica como corresponsal en montañismo para la agencia
Reuters, para el American Alpine Journal, el Himalayan Journal, las revistas
Alp, Climber, Climbing, Klettern, Neue Zürcher Zeitung, Vertical y Yama-Kei,
aunque hay quien afirma que puede también serlo hasta de la C.I.A.
En realidad Miss Hawlley pasa revista e interroga a
cada uno de los alpinistas que desde Kathmandu se encamina hacia una alta
montaña. Es muy difícil que nadie se escape a su control, si no directo,
indirecto. A la ida y al regreso. Inquiere a los alpinistas sobre ellos mismos
pero también sobre los demás. Y así ata cabos. Sabe quien ha subido y quien no
a tal o cual cima, sabe si lo ha hecho por tal o cual ruta, si dice verdad o
engaña.
Su censo de ascensiones, habitualmente cotejado con el
bilbaino afincado en Londres Javier Eguskiza, es casi infalible. La Hawlley y
Eguskiza se conocen cada palmo de las rutas de los ochomiles del Himalaya,
mejor que cualquier alpinista, sin haber estado nunca en ellos.
De sus indagaciones tampoco los vizcainos nos
libraremos. Seremos sinceros.
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