16 de septiembre de 2015

Algo le falta a Tabakalera





Ya está inaugurado Tabakalera, el centro de cultura contemporánea y creación de Donostia, y aún deben ponerse en marcha muchas cosas.
 Todo bien, pero algo falta en Tabakalera. ¿Se habrán olvidado?
A Tabakalera le falta conservar su alma, recordar de algún modo permanente qué fue, por qué se construyó y para qué. Solo un pequeño resumen en la web de Tabakalera lo recuerda.
Le pasa igual que a la Alhóndiga de Bilbao que ahora quieren que se llame Azkuna Zentroa: no hay allí en tantos cientos de metros de espacios vacíos una triste cuba de madera que recuerde las que rodaban llenas de vino y vacías por su interior, ni un pellejo de vino de aquellos que se transportaban a hombros o sobre una carretilla, ni un carro de los que se llenaban de garrafones. No hace mucho tiempo descansaban a la intemperie en un solar de Bilbao, sin custodia ni amparo, varios de aquellos toneles. ¿Se habrán quemado ya en alguna estufa?
Le pasa lo mismo que al Guggenheim, que ha olvidado recuperar de algún modo “artístico”, al menos  la corona de la chimenea con baldosas cerámicas que remataba el edificio de la Compañía de Maderas sobre cuyos escombros se alza el supermuseo de Bilbao. Seguro que combinaba bien con las esculturas de Serra. ¿Dónde está aquella chimenea?

En Tabakalera hay muchos miles de metros cuadrados todavía vacíos y no hemos visto una cajetilla de los Ducados que se fabricaron en su última etapa, tampoco aquellos gigantes fardos con tabaco que descansaban almacenados en sus sótanos. Es preocupante que a los edificios que tuvieron alma se les vacíe tan fácilmente de su memoria en favor de la modernidad y por eso sigo creyendo que algo le falta a Tabakalera.







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