Mi amiga y viajera Cateryn está emocionada de haber fotografiado Islandia llegando desde Brasil. He preferido que ella misma lo cuente como lo siente. Ahí está su historia.
Tras años de viajes y vueltas al mundo por fin
realicé uno de mis sueños, para lo cual, recorrí la mayor distancia de todos
mis años de “viajaring”, lo cual, como
buena aficionada a la fotografía, aproveché para captar imágenes increíbles.
Cogí un avión en Brasil, donde vivo y, con paradas en Madrid y Londres, me planté en Islandia, en pleno noviembre.
Era mi sueño, porque el país nórdico es un
mundo apasionante de contrastes y su capital, Reikiavik, un pequeño paraíso
helado. Reikiavik (en islandés, «bahía humeante») es la capital más
septentrional del mundo. Rodeada de géiseres y con sólo unos 120.000 habitantes
(un tercio del país), presenta la mayor tasa de publicación de libros del mundo
y un circuito cultural muy activo. Además, está en la lista de las 15 ciudades
más verdes del mundo.
Música en el hielo
Reikiavik celebra cada año el mayor festival
de música del país, el festival Iceland Airwaves, con más de 450 bandas tocando
durante una semana entera, durante la cual la ciudad dobla su población. Hordas
de extranjeros, artistas y locales se mezclan componiendo un paisaje pintoresco
que un fotógrafo no puede desaprovechar. El viajero amante de la fotografía podrá captar los contrastes que
ofrecen los cielos grises y la luz intensa con los vivos colores de casas y
tejados. Pero para captar completamente el momento lo ideal sería filmar la
variedad de estilos musicales, desde el indie a la electrónica pasando por el
rock, punk o incluso el reggae, sin olvidar el potpurrí de lenguas de todos los
rincones del planeta que se hablan esta semana en la capital islandesa.
Géiseres, volcanes y aurora boreal
Sin duda lo más impresionante que el amante
del “viajaring” podrá fotografiar en Islandia son los imponentes paisajes de la
isla y, con suerte, las luces de la aurora boreal. Kilómetros de carretera le
llevarán por parajes salpicados de géiseres, cráteres y volcanes, que juntos
componen un paisaje de otro mundo, verde pero casi sin árboles, lleno de ovejas
pero casi sin personas y con pueblos y ciudades pesqueros. Si el viajero llega
entre septiembre y marzo, podrá fotografiar la aurora, pero para ello es
preciso una cámara, al menos semiprofesional y un trípode.
Eso sí, hay algo que la fotografía no puede
captar: cómo Islandia, el país que sufrió la mayor crisis económica de la
historia, se levantó en tiempo récord a base de democracia y de un enfoque totalmente
único. Pero eso es otra historia...
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