26 de enero de 2011

¿Nos vamos de carnaval?

Ya llegan, están a la vuelta de la esquina los bullicios festivos del carnaval. Me dirán que hasta marzo...
No, ya este sábado saltarán algunos kaskarotes bailando en sus rondas de cuestación, ya el domingo podremos ver desfiles de carrozas por las orillas del Bidasoa, enseguida se agitarán las colas de caballo de los Ioaldunak.
Antaño, en realidad no hace tanto tiempo, eran estos días tiempo de organizar la agenda, planificar viajes y preparar rollos de sensibilidades diferentes para estar preparado. Hasta que concluía el periplo de carnavales los fotógrafos no podíamos saber si en aquel paquete de rollos entregado al laboratorio teníamos una buena foto. La intuíamos pero la seguridad de si estaba bien enfocada, bien expuesta y de si el laborante había hecho bien su trabajo no existía nunca.
Ahora hemos cambiado la herramienta y podemos ir a dormir con la emoción del trabajo bien hecho aunque también con la decepción de no haber acertado en la tarea. Pero la mayoría de los fotógrafos de estos tiempos ni siquiera esperan al final de la jornada para esa evaluación y después de cada disparo se sienten obligados a mirar la pantalla de su cámara en busca de un disparo certero. Ese gesto que vemos constantemente entre los fotógrafos de prensa me ha hecho pensar muy a menudo cuántas imágenes interesantes se habrán perdido los reporteros por mirar la clarividente pantalla.  Yo debo de ser muy antiguo porque me resisto aún a ese ejercicio y apenas me doy tiempo para echar una mirada al histograma; prefiero seguir mirando a mi alrededor mientras suceden las cosas. Quizás no haga la foto del Pulitzer pero desde luego veo pasar el mundo a mi alrededor. Y eso está bien.

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