3 de junio de 2010

Días de bata blanca

Por causas propias y ajenas me toca convivir con el dolor. Veo a mi
alrededor rostros y expresiones dolorosas mezcladas con la esperanza,
también con la prisa y la rutina.
Trajín de batas blancas, de batas rosas o azules, de trajes verdes con
olor a quirófano y hospital. Salas de espera abarrotadas,  conversaciones
de vida y supervivencia  y en medio siempre el dolor. Pero este dolor tan
civilizado me lleva a pensar en otros dolores que lo son menos, en
aquellos que cuentan con menos recursos, en los que casi no pueden pedir
ni socorro, en los que el dolor solo espera a la muerte.
En cierto modo concluyo que la experiencia del dolor es una lección de
vida en la medida que aparta de lo cotidiano para centrarse en él como
única atención. Hoy el dolor y el sufrimiento sigue por los pasillos,
caminando o en camilla, o simplemente en el corazón.
Lo he visto así en una imagen fugaz atrapada en un instante sin oportunidades para la reflexión.

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