En primera fila. Allí pude estar ayer vibrando emociones bajo las guitarras de Oliver Durand y Elliott Murphy. Dos veteranos del escenario que volvieron a poner en pie a sus fieles demostrando que los viejos rockeros nunca mueren.
El abuelo Murphy sigue en la brecha, encandila con esa su voz áspera que modula cuando es menester un cántico amable y dulce para casi apagarse antes de vibrar con la intensidad de un rock verdadero. De los viejos modelos de cantante de carretera, de los escenarios próximos y cálidos, de esa sensación de tocar al público vive y alimenta su energía Murphy aliado en ese disfrute desde hace quince años con el francés Durand.
Si hubiesen cantado diez bises el público se habría quedado a pernoctar en el Euskalduna. Fue casi estremecedor el silencio que el aforo dedicó al penúltimo tema; los dos artistas se apartaron de electricidad y micrófonos, avanzaron hasta el borde del escenario y allí tocaron y cantaron "a pelo". Silencio en butacas música de verdad tocando lo sensible arriba: impresionante y hermoso.
Lo siento por los emepetres, emepecuatro y todas las parafernalias para llevarse la música puesta. Como un directo verdadero y cercano no hay nada.
Si pueden ustedes regálense uno de vez en cuando. Es lo mejor que uno le puede entregar al cuerpo.
Murphy ¡vuelve cuando quieras!
sigo al dia tu blog. buena distraccion entre ratos de estudio. 1 abrazo!
ResponderEliminarvaya gozada!!
ResponderEliminarGracias por mirar a esta ventana de vez en cuando.
ResponderEliminarIntentaré cuando menos traer anécdotas, sensaciones y emociones y por supuesto imágenes de la vida y del mundo.
Mañana estaré de "tamborrada". Os lo cuento.
jejeje,
ResponderEliminarmas te vale, je
muxu