16 de febrero de 2015

Bidasoa, el río que hace País


 Navarro primero, guipuzcoano y labortano por fin, el Bidasoa vive una constante de verdes en su camino al mar. Crea paisajes y ecosistemas pero también sociedad y por eso a las tierras que riega Baroja les puso como apellido El País del Bidasoa.
Varios meses, bastantes visitas, noches y amaneceres, fiestas y también tardes de lluvia me ocuparon con pasión para llenar las veintitantas páginas de la revista El Mundo de los Pirineos que me habían reservado para el reportaje.
Así comienza el reportaje, hablando de un “País de encuentros”:
Desde sus últimas alturas, los Pirineos miran al mar y luego, como temerosos de romperse en mil pedazos, pierden fiereza y en vez de realizar un salto a tumba abierta, parecen resbalar sin prisa por todo el Bidasoa, sinuosos, hasta perderse en las aguas marinas. La costa vasca se deja querer por ellos. Un pueblo pesquero aquí, una sierra abrupta allá, es la perfecta combinación de mar y montaña.
El Bidasoa no tiene nombre de pila. Porque cuando nace el río primerizo es Erriarteko erreka, luego Baztan y por fin, abrazado en Sunbilla al Ezkurra, se llama Bidasoa. No extraña, entonces, que el origen de su nombre sea romano via ad Oiassonem que no significa otra cosa que El camino a Oiasso. Sabemos que Oiasso pudo ser la ciudad de Irun, donde un puerto romano se instaló a orillas del río, y que también llamaron así a la montaña de Jaizkibel, el último eslabón de las rocas del Pirineo cuando estas se sumergen definitivamente en el mar.
En este viaje por el valle del Bidasoa hacia la costa vasca haremos como el río: seguirlo en su camino hacia Oiasso, dejándonos alimentar por nieblas y arroyos, cautivar por sus bosques y montañas para relajar por fin toda nuestra energía en los horizontes infinitos de un mar amable. Allí donde el río Bidasoa es tal iniciaremos nuestro rumbo: en la comarca navarra de Bortziriak [Cinco Villas], las cinco del Bidasoa que son Arantza, Bera, Etxalar, Igantzi y Lesaka, rodeadas de montañas y paisajes profundos. A sus pies el río nos llevará hasta que, pasando por las pozas salmoneras de Endarlatza, se remansa definitivamente; las mareas empujan contracorriente y allí, en la internacional bahía de Txingudi, el Bidasoa hace un enorme espejo donde se abrazan los mundos de dos estados, donde se miran y hablan de orilla a orilla Irun, Hondarribia y Hendaia. La costa toma el relevo allí al río viajero para conducirnos por un horizonte infinito a parajes insólitos donde el mar y la montaña pirenaica son todo uno.







No hay comentarios:

Publicar un comentario