El verano es tiempo de fiesta. Gente de vacaciones, calores
intensos, sueños largos, caminos nuevos y músicas estridentes son algunas de
las notas que dominan la vida y el paisaje del verano. El calendario está ahora
lleno de apretadas citas festeras y en cada una de ellas, como si fueran
rituales necesarios, se repiten convocatorias gemelas que proporcionan espectáculo
y emoción. Al margen se suma a la fiesta una cohorte de buscadores de sustento,
carteristas aparte, que emigran una vez más de pueblo en pueblo intentando llevar
a su zurrón unas monedas a cambio de
fetiches y juguetes insustanciales.
En foto la fiesta rinde lo suyo a poco que uno trabaje la
mirada y sea capaz de aguantar el horario. Pero para eso nos pagan… o ¿no nos
pagan? Bueno, en todo caso lo hacemos con ilusión.
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