Impresiona entrar en el bosque de Entzia y descubrir que cruzar el hayedo ahora es imposible. Como un brochazo marcado en el paisaje se puede ver desde el aire la marca dejada en el relieve del bosque por el tornado que inesperadamente arrasó la sierra el 4 de julio de 2018.
Sólo el vídeo grabado con drones ofrece la verdadera dimensión del daño causado, verdaderamente impresionante.
Pensar que un tronco de 40 centímetros de diámetro y 30 metros de altura, de un árbol fresco y elástico, recién cargado de fuerza en primavera, ha sido quebrado y astillado, como si fuese un palillo de dientes, estremece.
El bosque está peligroso porque hay ramas rotas que cuelgan de algunas copas de árboles que han quedado en pie; se sostienen igualmente en precario y amenazante equilibrio algunos árboles desgajados de arriba abajo pero aún vivos.
La vista aérea permite incluso descubrir cómo ha girado el torbellino del viento, que presumen de unos 180 kilómetros por hora, tumbando y partiendo las hayas en un sentido u otro.
¿Qué le estamos haciendo al clima para que nos devuelva estas reacciones?
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