4 de agosto de 2010

Pastorala: vida y emociones

Por primera vez he podido asistir a una "pastoral" en Zuberoa en horario nocturno. No sé si es la primera en la historia pero me interesaba descubrir qué iba a suceder en un horario que rompe la normalidad de la tradición. Xahako Pastorala está llena de emociones, su espectáculo es dinámico y transmite constantes golpes de simpatía. Barkoxe es su escenario y me resulta muy familiar porque allí perseguí en otra ocasión al rebelde Pitxu de la maskarada.  Arrinconado entre colinas verdes y ondulados paisajes de hayas, maizales y praderas casi esconde la vida de infinidad de caseríos diseminados.
En este ambiente el sábado realizaban su desfile, el segundo de este año, más de un centenar de actores que no lo son. Vestidos de pastores, ciudadanos, soldados alemanes o de la República... sin faltar el clero ni las autoridades, las gentes de esta tierra se convierten en cantores e intérpretes teatrales. Lo mejor de las pastorales está, al menos para la mirada de un fotógrafo, detrás del escenario o delante de este, más que sobre él. Buscando siempre entre bastidores, disfrutando siempre de las coincidencias y de los dibujos de la luz disponible cada Pastoral es un ejercicio magnífico para la mirada.
En esta jornada el tránsito luminoso del día a la noche durante la representación ofreció valores añadidos a la propia plástica y luminosidad de la pastoral.
Difícil de entender, el euskera de Zuberoa tiene sin embargo su música particular llegada de las montañas y de las sincronías sonoras con el español y con el bearnés.
Zuberoa guarda esta tradición que está muy asegurada.
Aún el domingo queda otra representación, hasta el año que viene.







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