17 de abril de 2015

Más ventanas a los abismos


SARTZALETA

Sigo en busca de vacíos por los paisajes vascos, como si la primera intentona con resultado de libro no hubiese sido suficiente. Ahora con la ayuda que algunos nuevos colaboradores entusiastas me están prestando. 
Lo cierto es que este trabajo ha incentivado una mirada distinta a muchos espacios ya conocidos tiempo atrás y nuevos descubrimientos. Porque, después de mucho tiempo de mirar hacia arriba, de buscar cumbres a las que subir, de escudriñar sus caminos y de conocer país con todos los sentidos nos siguen quedando tareas pendientes. Sí, asomarnos a algunas ventanas para mirar más a fondo es una de ellas.
¿Ventanas? Esta es una de las denominaciones que han recibido en nuestra geografía las distintas formaciones geológicas que cruzan murallas de roca, escarpes o se elevan al cielo caprichosamente en forma de arcos pétreos. Pero además de ventanas se repiten en la toponimia denominaciones como “el ojo de…”, “peña horadada”, “arco”, “agujero” o “túnel”.
¿Mirar por las ventanas? Ese es el objetivo, pero de nuevo el interés está sobre todo en el camino y en la indagación.
Tanta vuelta por nuestro país de verdes, bosques y rocas me había permitido descubrir algunos de sus ojos naturales y quedar impresionado por su presencia magnífica y sus posibilidades para recrear fantasías y descubrir las raíces de algunas mitologías ancestrales.
Ya cuando había visitado algo más de una veintena de ventanas pensé que aquello daba para un reportaje de las geografías agujereadas en Euskal Herria. Me equivoqué rotundamente, porque desde que me puse a la tarea de investigar, “trabajo de gabinete” le llamamos los fotógrafos, y extender mi búsqueda a la complicidad de amigos y apasionados de los paisajes raros como yo mismo, aprendí de lo mucho que me quedaba por saber, que de veinte ventanas pasaba enseguida a más de cincuenta y de que aquel soñado reportaje se podía convertir en un libro.
Ahora, tras la indagación que concluyó en el que ya sé que solo es un primer libro, y que me ha llevado por insospechados rincones de nuestra geografía ya ni recuerdo las veces que me he escuchado decirme a mí mismo: ¡Vaya sitio! ¡Qué naturaleza! ¡Qué fantástico!
Asomar a los abismos mirando desde atalayas impresionantes, descubrir texturas de rocas acariciadas y destruidas por los elementos, y escuchar el ulular del viento soplando por estos antros solemnes solo es posible echando pie a tierra y buscando en los paisajes. Bueno, tengo que confesar que también me he tenido que arrastrar por el suelo alguna vez y de eso sabrán bien quienes sigan mis pasos en busca del vacío pero eso también forma parte de esta experiencia increíble. A veces el precio de las sorpresas es justo ese: el esfuerzo y sostener la esperanza de saber que al otro lado hay un regalo de paisajes.
Sí, son los ojos de la tierra los que nos observan en este viaje, una naturaleza que abre sus entrañas a través de pasillos labrados por el tiempo. Es un periplo sin precedentes por las ventanas naturales que desde todos los territorios de Euskal Herria miran al vacío o asoman a los paisajes infinitos.
En el primer trabajo se recopilan cincuenta destinos pero suman muchas más ventanas. Aquí llega un nuevo desafío: si alguien se anima a contarlas estaré encantado de escuchar a qué cifra ha llegado porque yo me confundo y no me atrevo a hacerlo. Y explico por qué: llegué un día a contar hasta diez donde solo parecía haber una; descubrí lo que supongo era un cazadero prehistórico donde siempre nos han dicho que había un puente fabricado por los gentiles pero además allí había –hay todavía- ¿cuatro, cinco, seis…ventanas? Soy incapaz de contarlas pero puedo imaginar mil historias que suceden allí abajo, allá adentro. Y aún más: me atrevo a llevar la mirada de artista al espacio vacío para encontrar en él al niño que inventa planetas en el aire.
Sí, hay muchos modos de mirar a las ventanas. Se puede ir simplemente de coleccionista de lugares raros, se pueden aprender lecciones de geología suprema y también se puede ir de filósofo a meditar sobre la naturaleza misma. En las ventanas están los contrastes, las armonías, las formas orgánicas pero hay además siempre algo mucho más profundo que la primera lectura que nos proponen. ¡Buen viaje!

  
IRUNBERRI-LUMBIER, Sierra de Leire


Huir de los tópicos
Salirse del tópico. Quizás esa ha sido la pauta de mi vida, de la montañera y también de la profesional. Y claro, ir de bicho raro por el mundo conlleva que a menudo te miren torcido.
Pues con mis Ventanas he querido huir de nuevo de tópicos excursionistas. Nadie había hecho todavía una colección tan interesante y amplia y lo mejor es, tanto como el resultado, la fascinación de la tarea.
Ese mismo propósito indagador me ha guiado en los tres trabajos publicados bajo el abrigo de EUSKAL HERRIA: BOSQUES, NACEDEROS y ahora VENTANAS: buscar lo escondido con mirada propia y releyendo los paisajes, ir más allá de lo evidente para saber qué hay al otro lado. Y así he podido descubrir parajes inéditos que poca gente había visitado en un largo viaje que ha durado casi un año y medio. Muchos kilómetros recorridos, muchos caminados y mucho repaso de documentación nos han traído hasta aquí con la satisfacción de estar aportando matices desconocidos de Euskal Herria.
En Ventanas Naturales viajamos a cincuenta destinos, alguno de ellos proponiendo un recorrido natural con varias ventanas en el camino. Son la mayoría itinerarios para todos los públicos, buscando los recorridos más amables y rápidos, pero también los hay que piden aventura. En el interior la mayoría pero también en las costas, hay ventanas que se pueden cruzar pero no todas, arcos que pueden pisarse cómodamente, otros imposibles. Ventanas Naturales es sobre todo una invitación a la fantasía en la naturaleza más salvaje.

 
KAPITATE. Sierra de Iturrieta

PASO DEL OSO. Sierra de Leire