29 de diciembre de 2013

Fotografiar montañas en las montañas




 Porque hacemos fotos, porque nos gusta la imagen, porque vivimos las montañas con pasión y porque arriba y abajo también somos atrapadores de momentos. Por todo eso y porque hemos convertido casi en ritual fundamental que en este diciembre casi siempre frío nos vayamos al monte a aprender/enseñar/desaprender hemos regresado al Axtxiki, motivados por las películas y el ambiente del MENDIfilmfestival que nos acoge. Éramos una decena de fotoadictos afanados en búsquedas con propósito, escudriñando amaneceres, bosques, ríos y peñascos, desentrañando formas y misterios o rompiéndonos la cabeza para estructurar composiciones como mandan los cánones cuando no aventurando emociones. Ha sido la tercera edición del Taller de Fotografía de Montaña del Mendi y de nuevo nos faltaron horas para seguir disfrutando del debate fotográfico. Porque nos gusta unir montañas y fotografía, fotografiar en las montañas y sus caminos y subirnos a ellas para ver mejor el mundo. Del entusiasmo dan fe algunas imágenes frescas como el invierno.







20 de diciembre de 2013

Maravillándose de nuestra naturaleza

BARDENAS REALES. Navarra
EMBALSE DE SOBRON. Alava

VALLE DE LANA. Navarra

LAGUNA DE PITILLAS. Navarra




MARAVILLAS es un título pensado para atraer miradas a nuestros paisajes, a nuestras montañas y costas, a todos los espacios naturales que ofrecen singularidad, atractivo visual y mirada estética. 
El contenido es también visual, emocionante y emocionado, al menos en la parte que me ha tocado al contar en espacio limitado historias o sensaciones de veinticinco rincones de la tierra vasca. Veinticinco de cincuenta es una mitad que para nada es un medio de lo que significa haber pasado un buen número de horas inmerso en esos paisajes con la tarea de lograr alguna imagen emocionante de todos ellos.  Del valor que ofrece el resultado deberán decir quienes ojeen las páginas de “LAS CINCUENTA MARAVILLAS DE EUSKAL HERRIA”; sería una vanidad juzgar mi propio trabajo. Pero de lo que puedo dar fe como autor es de haber vivido en el proceso de fotografiar momentos intensos que recomiendo buscar a los lectores en las imágenes pero también más allá de ellas, simplemente viajando a esos escenarios que a veces parecen pura fantasía pero son tan reales como la tierra misma.
Hubo un debate previo a la edición sobre los textos que debían acompañar, guiar o ser consortes de las imágenes. No teniendo mucho sentido que fueran descriptivos, la propuesta terminó por decidir que fueran complementarios, en las sugerencias o en las posibles emociones que pudiesen aportar.
Ahí está ese libro que es casi un homenaje a la larga trayectoria de proyectos compartidos por una cuadrilla de entusiastas de nuestro país. Gentes que hemos querido siempre caminarlo con paciencia, indagar en las raíces de las piedras nuevas y viejas, del bosque o de las mismas nieblas. Conocidos entre estos caminos naturales y de papel, Miguel Angulo, Javier Pascual, Alberto Muro, Txusma Pérez, Mikel Tellagorri y quien esto escribe, propusimos las maravillas que debían rendir el ritual a esta ocasión.
Propuesta que desearíamos sea un buen regalo para los amantes de lo vasco, de lo natural y de lo más fotográfico de nuestros paraísos naturales.
Aquí pueden verse todas sus páginas en un vídeo.









15 de diciembre de 2013

Asombrados fotógrafos noveles en BilbaoMENDIfilmfestival







Una sala en penumbra, tres ovejas de peluche y un pino de plástico, quince pequeños, otros tantos adultos, dos asistentes y un fotógrafo. Ese ha sido el total de elementos suficientes para que arrancara el taller de fotografía de montaña y naturaleza para niños promovido por BilbaoMENDIfilmfestival y la sala Rekalde. Miraron y remiraron, enmarcaron realidades grandes y pequeñas antes de partir en “misión”, como los grandes reporteros, a la captura, fotográfica por supuesto, de otoños, aguas quietas o corrientes, estructuras de piedra, animales en acción y líneas del paisaje. El escenario fue el Parque de Doña Casilda, animado en un sábado soleado y de colores.
Todos lo pasamos bien, grandes y pequeños, en el taller txikiMENDIklik.
En una semana los pequeños habrán crecido en el taller MENDIklik que desarrollaremos entre el Albergue de Bilbao y alguna de las montañas de Bizkaia.






5 de diciembre de 2013

“Agur” cerca de Chernobil



Slava camino de la escuela en Orane

Soy un madrugador empedernido y eso me da ventajas pero a veces quebraderos de cabeza. Tantos como cuando se espera la noche y las estrellas que tantas veces son invisibles. Madrugar también prodiga a menudo sorpresas inesperadas y en ellas encuentro el mejor aliado para ser capaz de abandonar el amable calor bajo las mantas.
Había llegado bajo la luz de tímidas farolas de las que colgaba una solitaria bombilla, venciendo el frío apretando el calor de mi chaqueta roja contra el cuerpo, a una aldea tan oscura como apartada.
En Orane, una aldea agrícola a una decena de kilómetros del área de exclusión de la central nuclear de Chernobil, me quedaba la duda de cómo eran sus paisajes, de qué color sus casas, la imagen de sus tierras y los horizontes que en la noche solo eran negra oscuridad.
Por eso las primeras luces del día me encontraron bien abrigado pisando con mis botas sobre la tierra. Las cocinas de los hogares aún irradiaban más luz que el sol del amanecer. Caminando una solitaria carretera de asfalto roto hacia varias casas alejadas del centro de Orane, si centro puede llamarse donde se encuentra su capilla, la biblioteca y la casa que sostiene en su fachada el buzón de correos, vi acercarse hacia mí una silueta pequeña que parecía de niño con abultado anorak, manos en los bolsillos, cabeza cubierta por pasamontañas y andar ligero, como apresurado. No me atreví a enfocar la cámara para no romper la soledad de aquel encuentro. Era un niño y se detuvo junto a mí investigando con su mirada mientras me decía algo en, supongo, ucraniano. Solo pude sonreir y decirle con gestos que no le entendía. Él tenía prisa; sacó su mano del bolsillo, la levantó y dijo suavemente: “agur”.
-         ¿Euskeraz egiten duzu? (¿hablas euskera?), pregunté.
-         Bai (sí), respondió
No pensé otra cosa: escuchar esa lengua de mi tierra a casi tres mil kilómetros de casa pronunciada por un niño era emocionante.
Mantuvimos una conversación muy breve. Supe su nombre -Slava- y quedamos en vernos en su escuela más tarde, como estaba planeado pero él no sabía aún. Continuó caminando aunque se volvió varias veces a mirar al extraño antes de doblar la curva en la que nos perdíamos de vista.
El amanecer había comenzado ya a iluminar suavemente la aldea cuando el autobús recogía al pequeño grupo de escolares. Allí, con Slava, iban algunos de los “niños de Chernobil" que han viajado a Euskadi para compensar los efectos negativos de la radiactividad. Ahora tienen mejor salud, bastantes amigos lejanos, son felices hablando una lengua rara en Ucrania y, además, ese viaje repetido les abre una puerta al mundo que de otro modo estaría cerrada para siempre.
El encuentro casual con Slava fue bastante para un amanecer. Luego vino el sol, pintó de color algunas siluetas y creó reflejos en el estanque fluvial de Orane.
Refugio contra la raiactividad

Slava en la escuela
ORANE