31 de agosto de 2011

El cachalote sin dientes


Está de moda hablar de cachalotes, de los que nadan en la costa del Golfo de Bizkaia y de los que a veces naufragan en las playas como ha sucedido recientemente en Zarautz. Esos tienen dientes y una cola descomunal como hemos descubierto mientras enterraban el pesado cadáver a la espera de recuperar su esqueleto.
Buscando en los horizontes de un mar interior he encontrado hace unos días un cachalote sin dientes. También estaba varado o a mí así me lo pareció mientras el oleaje acariciaba su cola. Era casi de noche y no pude ver sus ojos pero supe que su tamaño era descomunal ya que para fotografiarlo necesité ocho disparos alineados con un gran angular. Le he llamado el "cachalote sin dientes" y todavía nadie me ha podido decir si se organizarán visitas turísticas para conocerlo. Por si acaso presento aquí para disfrute público una de las muchas fotografías que me ofreció.

26 de agosto de 2011

Gentes de Zeberio



No las hemos visto en el reportaje que publica la revista Euskal Herria sobre esta localidad singular de Bizkaia. No porque los editores gráficos parecen preferir las postales y los paisajes a las imágenes con corazón. En Zeberio estuvimos de fiesta, también de matanza mientras  nevaba en los alrededores, recorriendo sus caminos y esperando el amanecer entre las nieblas. En su fiesta hay un momento singular y muy social: asan a la intemperie una ternera “al burduntzi”, clavada en un estaca y colocada a una distancia prudencial de las brasas, vuelta y vuelta hasta que está para el alimento. Y lo mejor es cuando se la comen –nos la comimos- en el frontón, reunidos todos o casi, acompañada de cosas traídas de cada casa, en competición: que mis croquetas son las mejores, pues el bizcocho está genial… y así. La ternera: de levantar la boina, la fiesta… al fotógrafo solo le faltó bailar –de eso acostumbra muy poco- y aceptar las propuestas sociales.
Si quieren saber más sobre Zeberio en el 53 de la revista Euskal Herria.

24 de agosto de 2011

Mirar, observar, sentir...


Leo con placer e interés a Ander Izagirre sus reflexiones sobre el viaje, el dibujo y la fotografía y suscribo todas sus compartidas conclusiones.
Sumo a ellas una reflexión propia que reactivo cada día que salgo a cualquier espacio distante más allá de más de dos manzanas de mi casa. En ella se suman siempre la prisa, el mirar y por supuesto la fotografía. Sabiendo mi condición de “observador profesional” acostumbro a parar a menudo mis posaderas en lugares discretos donde ejercer este oficio sin más pretensión que ver pasar la vida, ver pasar lo que sucede, ver qué y cómo hacen las gentes de cada lugar.


Es este un ejercicio que enseña mucho pero exige tranquilidad y lentitud en el gesto, algo que yo logré después de mucha práctica apresurada y gracias a una lección de la vida próxima a la muerte.
Quizás también sería una buena lección de toda escuela la de enseñar a observar, mejor que enseñar por ejemplo a manejar los píxeles de una cámara fotográfica. Porque el fenómeno de la captura de imágenes sufre una inflación irreversible hasta el punto de sustituir la experiencia de los lugares por la fotografía de aquellos, la experiencia y observación en los destinos de viaje por la presencia del sujeto en un cuadro fotográfico que contiene a la vez un fragmento de la imagen de aquellos. Como si esa “apropiación” fuera suficiente para ejercer el valor del descubrimiento.
A mi también me gusta fotografiar en solitario; precisamente para mantener despierto el ojo de la observación, porque la relación con lo mirado, con lo visto y con lo vivido es así más completa.

13 de agosto de 2011

En la romería más alta de Euskal Herria





Está en la cima de una montaña, es la ermita más alta de Nafarroa, también la que recibe la romería más alta de Euskal Herria. Dedicada a los santos Donato y Cayetano y ubicada en la proa rocosa de Beriain, a 1496 metros de altitud, domina de modo excepcional el valle navarro de Sakana y las sierras de Andia y Urbasa. La cita más popular de Beriain tiene lugar cada segundo domingo de agosto, cuando se celebra la romería de Uharte Arakil pero reúne a todos los pueblos del contorno, de los tres valles vecinos: la Sakana, Ergoiena y Ollo, en la cima. Hay quienes suben en todoterreno pero los más llegan a pie dibujando un sin fin de siluetas que al filo de las once de la mañana rodean el templo. Llega también el alguacil con la campana, la nueva forjada en bronce que sustituye a la que robaron -no se sabe quienes- hace un par de años. La coloca antes de la hora, la hace tañer y entonces el cura latinoamericano, uno de los muchos que en Nafarroa ejercen, oficia la Eucaristia. Habrá explicado la simbología de las alturas y la de los santos; habrá dado de comulgar, a la boca poniendo la hostia en la lengua que eso de poner a Dios en manos pecadoras no está bien visto por la iglesia conservadora, y terminado con su bendición antes de dar libertad a los asistentes para que se lancen sobre una mesa provisional dotada de pan, chorizo casero en rodajas, trocitos de magra y buen queso de la sierra. Varias jarras de vino reparten la bebida y mientras tanto las gentes hacen sociedad, que para eso son las fiestas. Esta es muy alta y acostumbra a acompañarse de nieblas, lluvias  o vientos de los que frecuentan el Beriain que, un rato después del bullicio romero y retirada la campana de su modesta espadaña, vuelve a quedar en el mejor de los silencios.






11 de agosto de 2011

Tiene huevos...

Si, de caserío, ecológicos y con sabor. Son huevos bonitos, sabrosos y de gallinas felices. Así se ve en el reportaje publicado en la revista Euskal Herria que está en los quioscos desde el inicio de agosto. Sólo diré que en la tarde de la sesión de estudio me merendé cerca de media docena, al natural, fritos, con chorizo y buen pan. Una degustación placentera. Estos son algunos de los beneficios de fotografiar cosas de comer. ¡Buen provecho!

Gallinas felices, granjero feliz

Cuestación en el Ihauteri de Behobia