25 de noviembre de 2010

Pikara, entre mujeres



No él no es Pikara. Él es un ciclista -probablemente famoso- posando en ese singular acto de honores entre dos "chicas florero" en un podio cualquiera de la Vuelta Ciclista al País Vasco. Pero la imagen es muy apropiada para que quienes escriben o escribirán en Pikara le saquen punta. Se la voy a prestar para ello.
Pikara, ya lo digo por fin, es una bien hallada y recién nacida revista "digital". Se lee con descubrimientos a pesar de la resistencia que a algunos nos provoca oír "por mujeres, para mujeres, con mujeres". Con envidia al saber el recorrido vital de sus firmas, muy expertas en cosas interesantes y prometedoras de contar, acercar e informar nuestras realidades miradas desde otro ángulo.
Se me ocurre que alguna de ellas, de las que cruzan la lista de colaboradoras, bien podría estar en esa "comisión de sabios" que nuestro presidente autonómico convoca para ser asesorado, comisión que -¿por qué será?- excede corbatas y trajes oscuros y exhibe exclusivamente rótulos precedidos por un abreviado Sr.D.
Feliz ruta para Pikara Magazine a quien ya me atrevo a pedir que algún día pongan en sus títulos algunos nombres relevantes y fundamentales de la fotografía en España y en el mundo que llevan nombre de mujer; a botepronto se me ocurren el de mi admirada Cristina García Rodero, el de Isabel Muñoz, el de la más cercana Begoña Zubero y sin dudarlo recordar a la bilbaina Eulalia Abaitua que rompiendo moldes en el final del siglo XIX nos ha dejado una excepcional colección de fotografía documental captada en placas de cristal estereoscópicas. Ella estaba haciendo ya entonces lo que ahora llamamos de modo rimbonbante "3D". Su historia nos la acaba de contar otra mujer, Maite Jiménez Ochoa de Alda, en la colección Temas Vizcaínos de la BBK a propósito de la exposición de un buen puñado de fotografías de Eulalia que están colgadas en el Euskal Museoa/Museo Vasco de Bilbao. Más mujeres, más fotografías...

18 de noviembre de 2010

Trabajar emocionándose y emocionarse trabajando


Es bastante habitual que a los fotógrafos se nos encasille en una u otra especialidad, casi siempre aquella por la que se nos ha publicado más o ha resultado más mediática. Pero eso no significa que a menudo detrás de una especialización profesional no existan los trabajos personales o áreas menos conocidas pero también practicadas.
Mi faceta más conocida es probablemente el trabajo sobre el paisaje y la montaña pero detrás hay una importante ejecución por ejemplo sobre el patrimonio vasco -industrial, religioso, arqueológico- con un importante fondo en los archivos públicos y numerosas publicaciones en estas materias que solo los especialistas conocen.
Viene esto a cuento porque acaba de presentarse el último disco de Kepa Junkera que bajo el título de HERRIA ofrece un recorrido de las canciones vascas por medio mundo, la tercera entrega de la trilogía que tuvo compañía en ETXEA y KALEA. Y he tenido la satisfacción de viajar con estos proyectos por el mundo con el pretexto de enfocar mis objetivos sobre las calles, los pueblos, las gentes y sobre todo de músicos y cantantes.
Bueno, pues esa es otra de mis especialidades; nacida precisamente de la curiosidad de indagar en este mundo musical por vocación propia y propagada después gracias a haber logrado una marca personal. Así el que nació como fotógrafo-montañero termina por ser también fotógrafo musical. Ya son unas cuantas las portadas de discos que llevan mis imágenes por el mundo, muchas carpetas, posters, algunos libros, revistas…
La razón de todo ello es la búsqueda de experiencias y emociones a través del trabajo. Porque la economía, siendo importante, no lo es todo. Y en esto trabajar con los músicos le pone a uno las pilas. Son creadores entusiastas y su alma se contagia rápidamente. Es lo mejor que a uno le puede pasar: trabajar emocionándose o emocionarse trabajando.




ATOM RHUMBA

10 de noviembre de 2010

Motxo: capítulo intermedio



Más cámaras fotográficas que en una tienda había en Elorriaga. Eso por la tarde. Por la mañana el Motxo estuvo casi solo en su nuevo aparcamiento provisional al pie del acantilado. El maretón nocturno no se conformó con romper algunas piezas de arquitectura de esas que el hombre civilizado coloca donde antes hubo naturaleza, véase Paseo Nuevo de Donostia y carretera de la costa; también dedicó algunos empujones a llevarse al garete al Motxo. Los rescatadores no saben cómo moverlo, o no pueden, pero el mar sí y lo había traído para cuando la luz llegó al día arrastrando un buen pedazo a levante y también empujado aún más al extremo de las rocas del flysch.
Cuando la hora calculada para la segunda marea iba acercándose lo hicieron también los curiosos. “esto está animado y ya es el sexto día…” decía  no sin cierto júbilo tras la barra la dueña del bar de Elorriaga, que estos días bate más huevos para freir tortillas y construir bocadillos que nunca.
Allá abajo, el Motxo estaba visiblemente “tocado”: la trasera del puente notablemente golpeada y retorcida, enredos de cabos y estachas hacían una masa con fragmentos de barras metálicas en la proa que descansaba sobre las rocas.
Eran casi las cinco de la tarde después de que un intenso arco iris se hubiese pintado sobre Zumaia. Mar afuera –como dicen los marineros- se adivinaba en la negrura de las nubes la llegada de una lluvia torrencial.
¿Pensaría que Pasajes se le iba a hacer demasiado estrecho? ¿Acaso el capitán miró con sus prismáticos y cogió miedo de repente, no le fuera a suceder como al Motxo? Un gran mercante negro y rojo, como casi todos, viró en redondo cuando aproaba hacia el Este. Allá adentro la mar de fondo debía de ser tremenda porque alternativamente hacía asomar entera su proa y las puntas de la hélice batiendo espuma en la propulsión. De pronto se puso a navegar hacia poniente, luego viró de nuevo. Terminó dando vueltas frente al Motxo, haciendo tiempo es de suponer para que la pleamar le facilitara la entrada en Pasajes. Su maniobra fue suficientemente provocativa para suscitar comentarios: “anda que si este también se queda sin máquina…”.
La plea llegó y zarandeó al pesquero como un pelele circulándole las olas de popa a proa, acariciando el estribor, único costado a la vista, y haciéndole mecerse de tal modo que parecía querer levantarse y ponerse a navegar. Pero eso era imposible porque el Motxo está ya muerto y nunca volverá más a pescar.








5 de noviembre de 2010

De barcos que encallan y fotógrafos engañados


He podido ver a ese desdichado barco pesquero bermeano tumbarse de costado de manera inexorable. No ha sido la fatalidad, no ha sido la estacha que se ha roto, ni el oleaje, ni... aunque se podrá escuchar, ver o leer cualquiera de las versiones en la prensa del día 6 de noviembre.
Ha sido la impaciencia, la descoordinación, la mala maniobra de un remolcador que sólo ha pensado en tirar, tirar y tirar cuando desde tierra estábamos cámaras, fotógrafos y periodistas (unos pocos) viendo que el barco no flotaba. "Si siguen tirando lo van a tumbar", dijo alguien apenas unos segundos antes de que el peso del puente le venciera ayudado por la fuerza del cabo de remolque. Ni siquiera entonces el tiro cesó y eso hizo estallar el amarre en la proa del barco. Eran las 14:00 horas y la pleamar estaba prevista a las 15:40.
Casi una hora antes una llamada de teléfono llegó al acantilado. "Dicen que Interior pone una embarcación para los gráficos, sale en diez minutos del puerto de Zumaia", comunicó una compañera de una radio pública.
Nadie se interesó por esta noticia en aquella atalaya perfecta para ver la acción de reflotamiento; aún peor, hubo comentarios jocosos y poco corteses con los políticos.
Mientras la marea subía incansable pero pausadamente se vio llegar entre espuma de velocidad marinera una embarcación blanca. "Allí vienen, a ver quienes están..." expresó un fotógrafo mientras enfocaba su teleobjetivo. Más comentarios y más risas, ninguna envidia por no estar en aquella embarcación de la ertzaintza (policía vasca). Enseguida se detuvo ante el remolcador, preparando el plano adecuado: primer plano (político-consejero), segundo plano (remolcador), tercer plano (barco encallado) y fondo (acantilado). Apenas un minuto de plano -no pudimos escuchar las declaraciones- y la embarcación de los gráficos dio media vuelta arrumbando a puerto.
Los pobres engañados apenas debieron tener un instante para lanzar cuatro disparos al sujeto de la noticia que cambiaba todos los pronósticos poco después cuando fracasaba el intento de llevar el barco a flote.
El olor a gasoil se hizo muy notable enseguida mientras el oleaje comenzaba a llevar sobre las rocas la tablazón azul de cubierta, bombonas de butano, las lamparas de los viveros... flotando como un cadáver fantasma se pudo ver un impermeable de pescador, una bota, también la singular puerta barnizada del puente. Un piloto rojo seguía lanzando destellos intermitentes como si se negara a renunciar a su trabajo.
Las corresponsales de radio desesperaban: "prensa de salvamento marítimo no sabe si el barco ha volcado; dicen que no tiene por qué haberse vertido el gasoil del depósito...".
Aún hubo más despropósitos mientras la marea, alcanzado su punto más alto, seguía arrancando a golpes de ola piezas al barco.
Pero lo peor -a falta todavía de leer la prensa- es oir a continuación las condescendientes informaciones de radio dando versiones oficiales tan lejanas a la realidad como diplomáticas con los acontecimientos. Y esto a pesar de haber estado viendo la acción en directo.
En el acantilado éramos mientras se intentaba reflotar el Motxo dos cámaras de TV, dos periodistas radiofónicos y cuatro fotógrafos.
Cuando el fracaso se supo llegaron más.


¿Donde está el rigor en la información?



3 de noviembre de 2010

Pelota y arte se unen en una exposición

Recién inaugurada en Donostia la exposición "Jai Alai: La pelota vasca y el arte" ofrece en la Sala Kubo, Kutxaespacio del Arte una diversa muestra de recuerdos visuales con este sujeto en la mirada. Entre lo más excepcional se puede ver obra de Goya, Arteta, Oteiza o Lazkano,  grabados antiguos, obra pictórica contemporánea y fotografía. En imágenes con predominio del blanco y negro se expresan autores como Velez, Alberto Schommer, Juantxo Egaña y Santiago Yaniz.
Dos imágenes de este autor han sido seleccionadas para la exposición; pertenecen a la colección del proyecto sobre El Juego Vasco de la Pelota realizada con el Museo Vasco de Bilbao.
"Artista con obra" decía la lista de autores al lado de cada nombre. ¿De pronto un peldaño más alto en la consideración social?  Difícil. Siempre he preferido decirme a mí mismo fotógrafo, a secas, que clasificarme como artista aunque el caché es muy distinto. Y porque la dedicación a este oficio no se justificaría sólo por un título pero sí por las experiencias de vida.